Para comunicar bien, vayamos a lo esencial

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Miércoles 17 de octubre de 2012

Juan 7:37-38
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

1 Samuel 9:27 Y descendiendo ellos al extremo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que se adelante (y se adelantó el criado), mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.

Uno de los mayores cambios de nuestra época es sin lugar a dudas el «boom» de las telecomunicaciones. Los que tienen más de cincuenta años seguramente recordarán la primera vez que llamaron por un teléfono fijo, luego por un móvil y después quizá por Internet. Los hombres nunca habían tenido a su disposición tantos medios para comunicarse; y gracias a ellos la información circula por todo el mundo. Los contactos y las redes se multiplican sin importar la distancia.
Esta profusión de informaciones puede invadir nuestras vidas haciéndonos correr el riesgo de olvidar lo esencial, de olvidar a Dios. En nuestros días se habla muy poco del contacto con Dios, y eso que se trata de una relación esencial de la cual depende toda nuestra vida.
¿Qué hacemos con los mensajes que Dios nos comunica? Él nos habla mediante la creación, la cual ha dejado en nuestras manos para que la administremos. También nos habló mediante su Hijo, quien vino a la tierra. Nos transmite sus pensamientos en su Palabra, la Biblia. Nos da a conocer nuestra situación con respecto a Dios, quien desea entablar un contacto personal con cada uno. Este contacto sólo puede establecerse mediante Jesucristo, el único mediador entre Dios y los hombres. No despreciemos el mensaje de Dios transmitido mediante su Palabra, pues nuestro futuro eterno depende de ello.

La Buena Semilla.