El Arrepentimiento

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Lunes 8 de octubre de 2012

Lucas 3:8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.

Hechos 26:20 sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.

Arrepentirse es mucho más que lamentarse por las faltas cometidas. También es sentir tristeza y vergüenza ante Dios por haberlo deshonrado. El arrepentimiento conlleva una nueva manera de pensar y de vivir a partir del momento en que uno se arrepiente. Transforma nuestro plan de vida, nuestros valores, nuestra moral y nuestras acciones, por el hecho de que empezamos a ver el mundo con los ojos de Dios. Para una transformación así es necesario dejar completamente de lado al yo.
El llamado al arrepentimiento es uno de los temas más constantes de la Biblia. La necesidad de arrepentirse está claramente mostrada en los mandamientos dados a Moisés, y se repite continuamente en los profetas.
También es un punto predominante en el Nuevo Testamento. Es el único mensaje de Juan el Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). Una de las primeras palabras pronunciadas por Jesús en público fue: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Antes de ir al cielo, Jesús dijo a sus discípulos que el arrepentimiento para perdón sería predicado en su nombre a todas las naciones. Las palabras «arrepentirse» y «arrepentimiento» aparecen más de cuarenta veces en el Nuevo Testamento.
El arrepentimiento es un elemento indispensable para la conversión a Jesucristo. A continuación, los que son convertidos muestran mediante sus actos la realidad de ese cambio.

La Buena semilla.