La solidaridad

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Martes 23 de octubre de 2012

Génesis 4:9 Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

2 Timoteo 3:2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,

Al observar la evolución de nuestra sociedad, cada uno puede constatar un aumento del individualismo. Las nociones de solidaridad e interés común se pierden cada vez más. Los grandes ideales desaparecen dejando lugar al desengaño… y al «cada uno por su lado». Es cierto, aún hay un compromiso con los fines humanitarios. Pero en general, el sentimiento de responsabilidad colectiva disminuye, y los intereses particulares toman cada vez más lugar sobre el interés general.
La Biblia denuncia el individualismo, primeramente no como un fenómeno de nuestra sociedad, sino como ligado al egoísmo del corazón humano. En contraste con esta tendencia al egoísmo, Jesús revistió nuestra humanidad, pasó a ser un hombre como nosotros. Durante toda su vida dio el ejemplo de una entera consagración. Se volcó a todas las miserias humanas. Amó y socorrió a los desdichados.
Finalmente Jesús, quien jamás había pecado, cargó con nuestros pecados y los expió en la cruz, sufriendo en nuestro lugar. Allí estuvo solo bajo el juicio divino, para que todos los que creen en él sean perdonados y nazcan a una nueva vida, vida que no estará centrada en ellos mismos, sino atenta a los demás.
Sí, Jesús murió en la cruz para que, aún hoy, la salvación pueda ser ofrecida a todos los hombres.

La Buena Semilla.