Escrito en la pared de la cárcel

Escucha la entrada del día de hoy 

Domingo 21 de octubre de 2012

Romanos 15:4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

Durante la Segunda Guerra Mundial, D. Caskie, joven escocés que vivía en Francia, fue encarcelado por haber ayudado a prisioneros de guerra aliados a huir de Francia. En un libro escribió lo siguiente: «Fue una experiencia frustrante, humillante, la cual podía perfectamente conducir a un hombre a la desesperación, pero mi conocimiento de la Biblia me salvó. Un día me quitaron mi Biblia. Pero ese libro lo tenía en mi cabeza y en mi corazón, y sostuvo mi fe y mi equilibrio mental».
Caskie fue transferido a otra cárcel y allí descubrió, grabados en las paredes de su nueva celda, los nombres de numerosos prisioneros. Pero él inscribió algunas palabras de la Biblia: “Así dice el Señor… No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás” (Isaías 43:1-2). Caskie oró a fin de que el Espíritu Santo utilizase esas palabras para ayudar a un prisionero que tuviese necesidad de la paz con Dios.
Más tarde, en otra cárcel, alguien le contó: «Estaba a punto de acabar con mi vida, para escapar a la tortura, cuando vi unas palabras en la pared que me detuvieron al instante; palabras reconfortantes y consoladoras. Nunca las olvidaré». Entonces recitó el texto de Isaías que Caskie había grabado. Una vez más la Palabra de Dios había mostrado su poder, y la oración de Caskie había sido escuchada.

La Buena Semilla.